Para los que hemos dedicado media vida a la radio, que a estas alturas alguien descubra las bondades comunicativas del audio, provoca una mezcla de desasosiego y felicidad. Desasosiego porque constatas un desconocimiento por parte de gran parte de la población sobre los beneficios del mensaje sonoro como la inmediatez, la capacidad de llegar a un público de masas y heterogéneo, los escasos requisitos formativos de la audiencia, la implicación del oyente para completar el mensaje, la sugestión, la conexión emocional… Todos estos elementos, básicos del discurso radiofónico, que supuestamente eran conocidos por todos, ahora con la llegada del pódcast resulta que vemos que no, que hay muchos nuevos oyentes del audio -es decir del pódcast- que lo están descubriendo ahora. Y eso, en realidad, me genera felicidad. La satisfacción de aquellos que se encuentran con la creación sonora por primera vez, la forma de aproximarse, la unión emocional que genera el oyente con el emisor del mensaje, al que deja entrar en su interior, en su círculo más íntimo, para que le cuente historias. Es esa unión, íntima y personal, la que hace que el audio sea uno de los medios que genera un mejor recuerdo publicitario.

Por eso, me satisface que el mundo del marketing descubra ahora los beneficios del audio -en este caso, pódcast- para posicionar una marca, reforzar su imagen, o cualquiera de los objetivos que se marquen. Y es que el audio produce esos beneficios y más. Os dejo este enlace a una charla en la I edición de Estación Pódcast en Aragón de Pol Rodríguez sobre las ventajas del pódcast.